OCIO
Se levanto tarde.Se afeito.Se puso una corbata de seda,verde y roja,y salio a pasear por la ciudad.Recorrio calles familiares,desconocidas de tanto habito,descubrio molduras y vanos nunca vistos,dinteles no esperados.Aquella ciudad,que venia de mas lejos que el,pero que cambiado con el y seguiria despues,se le aparecio extraña y cotidiana al mismo tiempo.
Desde los kioskos los periodicos le ofrecian su diaria racion de guerras y hecatombes,crimenes tremendos e inanes declaraciones de prohombres.Dio limosna a un pobre,sabiendo que no le iba a solucionar nada con ello.Entro en una tienda de rebajas y se compro un jersey rojo.
El aire frio de febrero acechaba emboscado por las bocacalles y el se sento en una terraza abierta al mar,con la espuma de una caña muy rubia y el sabor pelagico de los berberechos y de las anchos.La gente entraba y salia de las tiendas.Sonaba musica por los altavoces.La ciudad se preparaba para una fiesta ajena.
Penso en las trampas del tiempo y pasaron por su mente otros dias y otras calles,incluso las mismas quiza,en que no le eran extrañas las gentes ni las fiestas.Y vio otra vez el llamado de una mujer desde una ventana,años atras,en una vieja ciudad de Oriente,y como un hombre joven se volvia al oirla,iluminado su rostro oscuro por una sonrisa.El tambien empezo a sonreir sin darse cuenta,mas su sonrisa se trunco al nacer.Vio con amarga claridad,aunque siempre lo habia intuido,que el pozo de la memoria,como un mendigo avaro,acepta todas las monedas que le queramos dar,pero no devuelve ninguno de los deseos que le formulamos.
A su lado,otras personas bebian su presente.Gentes que nunca volveria a ver,muchachas de estacion con sus niquis ajustados,flores de un dia que ya no era el suyo.
Mas tarde estuvo en una reunion de viejos camaradas.Abrazo,sonrisas espontaneas y ya ajadas,manos tanteando encuentros,ojos que le devolvian el cansancio de su propia mirada.Saltaba el vino en las copas y las chuletas en la brasa.Caracoleaba la palabra,brillante y facil por la confianza mutua,el recuerdo de los dias jovenes,la vida y las ilusiones compartidas,y el amor.Como un principe arbitrario y desdichado sintio que,aunque no habia perdido todo su tiempo,ahora el tiempo le perdia a el.Por la noche,desde el acantilado de la ventana,contemplo a lo lejos las luces del puerto.Vacilo entre la pistola bruñida de la comoda,el tubo de somnifero siempre a mano,o la atraccion oscura del abismo.
Al dia siguiente se levanto temprano para ir al trabajo.
Un texto de Julian Ayala.-